El azul del mar siempre ha sido conocido por la sensación de paz que transmite. Una sensación de calma y tranquilidad que se hace aún mas intensa cuando estamos físicamente ahí, algo que Wallace J. Nichols explora en su libro, Blue Mind, y que llama la “mente azul”: el estado de la mente cuando escapamos del estado constante de sobrestimulación que caracteriza a nuestro día a día actual y que nos permite disfrutar de uno de esos escasos momentos de soledad.
Según Wallace, licenciado en biología marina, en economía y políticas de recursos naturales y doctorado en ciencias políticas y sociales, estar cerca del mar, río, lago u océano, promueve la salud mental y la felicidad. En pocas palabras, cualquier lugar natural que tenga agua, nos puede conectar a un estado de paz y de extrema felicidad. Incluso menciona a las piscinas o una ducha relajante.
El nivel elevado de felicidad ocurre porque, según Wallace, el agua ayuda a “disminuir el estrés y la ansiedad, aumentar la sensación general de bienestar y felicidad, disminuir la frecuencia cardíaca y respiratoria y hacer ejercicios seguros y mejores. Los terapeutas acuáticos están buscando cada vez más el agua para ayudar a tratar y manejar el TEPT, la adicción, los trastornos de ansiedad, el autismo y más».
Wallace J. Nichols va más allá y recalca la ciencia sorprendente que muestra cómo estar cerca, dentro, sobre o bajo el agua puede hacerte más feliz, más saludable, más conectado y mejor en lo que haces. Como él mismo describe, su enfoque aborda «con precisión todos los beneficios físicos, ecológicos, económicos, cognitivos, emocionales, psicológicos y sociales de los océanos y las vías fluviales saludables». Entre ellos, recuperar la calma alejando el estrés y la ansiedad. «Todos los estudios realizados hasta ahora muestran que las personas que viven cerca del agua tienen un mayor nivel de felicidad».
¿Quizá tenga algo que ver su color azul? Para Wallace no cabe duda: «La proximidad al agua inunda el cerebro con hormonas para sentirse bien, como la dopamina y la oxitocina. Los niveles de cortisol, la hormona del estrés, disminuyen. Los científicos han descubierto que el cerebro prefiere el color azul por encima de todos los demás y que el agua aumenta nuestra capacidad de concentración». El sonido también ayuda: «Ya sea golpeando contra un bote, las olas rompiendo en la playa o el gorgoteo de un arroyo. Es un ruido con cierta regularidad, y alguna irregularidad. No exige tu atención. No lleva información. Pero llama tu atención. Los psicólogos lo llaman ‘fascinación suave’. Eso crea una burbuja de soledad y privacidad que te rodea. Puedes oírte pensar».
Además, apunta como relevante sentir la ingravidez: «Si realmente estás en el agua, tienes otro nivel de comodidad o apoyo. No estás lidiando con la gravedad. Tu cerebro no está coordinando 200 músculos para permitirte estar de pie o sentado». «Entonces, cuando ves agua, cuando la escuchas, se desencadena la respuesta en tu cerebro de que estás en el lugar correcto», añade. Y recomienda la práctica de rafting, kayak, surf… «La terapia del agua se utiliza cada vez más para tratar una variedad de dolencias, incluidos los veteranos de guerra heridos que sufren estrés postraumático y depresión».
Pero Wallace no es el único que se ha interesado por los efectos beneficios del mar en la salud psicológica y bienestar. Según un estudio de la Universidad de Canterbury (Nueva Zelanda) y la Universidad de Michigan (Estados Unidos), vivir cerca del mar hace que seamos más felices.
Para llegar a esta conclusión se utilizaron como pruebas los datos topográficos de zonas donde se había llevado a cabo una encuesta de Salud Mental. Se dividió a los participantes según su lugar de residencia, y los resultados han sido impactantes.
Aunque siempre se había asociado cualquier tipo de entorno natural al bienestar físico y mental, este análisis asegura que estos beneficios afectan en un mayor grado a aquellos que viven cerca del océano.
Tal y como afirma el estudio Water´s Psicologycal Benefits publicado en la revista World of Psichology por parte de la psicóloga y periodista Lauren Suval, los iones cargados negativamente en el aire próximo al mar, generan alteraciones positivas en nuestro cuerpo.
Vivir cerca del océano hace que los seres humanos desarrollen una mayor estabilidad emocional; paz mental; resistencia a enfermedades y mejor humor que aquellos que no lo hacen.
Sabiendo esto, ¿tienes claro dónde deben ser vuestras próximas vacaciones?